Septiembre by Rosamunde Pilcher

Septiembre by Rosamunde Pilcher

autor:Rosamunde Pilcher [Pilcher, Rosamunde]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1990-01-01T05:00:00+00:00


6

Lunes, 12

Los lunes por la mañana, Edie iba a Balnaid a ayudar a Virginia y ésta se alegraba de ello. El lunes nunca había sido su día favorito, porque el fin de semana había terminado y Edmund se había marchado otra vez, a las ocho de la mañana, vestido de ciudad, para estar en su despacho de Edimburgo antes de la hora punta. Su marcha dejaba una sensación de vacío, de soledad, de abandono, y siempre suponía un esfuerzo volver a la rutina diaria y realizar las monótonas labores necesarias para mantener la casa en marcha. Pero cuando se oía el golpe de la puerta trasera que anunciaba la llegada de Edie todo parecía más soportable. Alguien con quien hablar, alguien con quien reírse, alguien que limpiaba el polvo de la biblioteca y los pelos de perro de la alfombra del vestíbulo. El ruido de platos en la cocina era reconfortante. Edie fregaba los cacharros del desayuno, cargaba la lavadora con la ropa sucia del fin de semana y hablaba con los perros.

—Fuera de aquí si no queréis que os pise la cola.

Virginia estaba en el dormitorio, cambiando las sábanas de la gran cama de matrimonio, una de las tareas del lunes. Henry se había ido de compras. Su madre le había dado cinco libras y se había marchado al pueblo a hacer una visita a Mrs. Ishak y adquirir la cantidad de caramelos, chocolatinas y galletas que estaba autorizado a llevarse a Templehall en su cartera y que tenían que durarle todo el trimestre. Nunca había dispuesto de tanto dinero para golosinas y esta novedad había distraído momentáneamente su atención de la circunstancia de que al día siguiente dejaría su casa por primera vez. Ocho años y fuera de casa. No para siempre, claro. Pero Virginia sabía que cuando volviera a verlo sería ya otro Henry porque habría visto cosas y hecho y aprendido cosas totalmente ajenas a la vida de su madre. Se iba al día siguiente. El primero de diez años de separación de sus padres y de su casa. El inicio de su proceso de formación. Que debía realizarse lejos de ella.

Puso las fundas en las almohadas. Sólo les quedaban 24 horas. Había procurado no pensar en ello durante el fin de semana, hacer como si el martes no hubiera de llegar. Sospechaba que Henry había hecho otro tanto y su inocencia le hacia sufrir. La víspera, cuando entró a darles las buenas noches, se preparó para una escena de llanto y protestas. Ya se acabó el fin de semana. El último fin de semana. No quiero ir al colegio. No quiero dejarte. Pero Henry sólo le dijo que lo había pasado muy bien jugando con Hamish, que se había colgado por una pierna del columpio de Hamish; y, agotado por la actividad del día, se había dormido casi al momento.

Virginia extendió las sábanas frescas y planchadas. Procuraré que hoy pase un día divertido, se dijo. Y mañana resistiré como sea. Cuando Edmund se lleve a Henry, cuando ya no pueda oír el coche, buscaré algo que hacer.



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